RACISMO
viernes, 29 de octubre de 2010
RACISMO COLOMBIANO
La antropología y la historia médica de la esclavitud, la servidumbre y el racismo en Colombia coincide con una de las más importantes lecciones del médico griego Galeno de Pérgamo, durante su ejercicio profesional en la Roma Imperial y esclavista: que las enfermedades dependen de la condición del hombre: libre o esclavo, rico o pobre.
Un verdadero estudio a la luz de la historia, antropología y de la medicina social de las enfermedades que padecen los indígenas y negros en Colombia no puede ser compatible con la imagen de las llamadas enfermedades "tropicales" que, por ahistórica e incompleta desde el punto de vista epidemiológico y telúrico, cuasi miasmática, teóricamente, lo que hace es agravar los sentimientos de fatalismo que existen entre no pocos pobladores de esas zonas a la vez que hace crecer el paternalismo y los "aires" de superioridad de los habitantes del interior e inclusive de personal sanitario que labora en ellas.
La antropología médica en Colombia deja ver que para las comunidades rurales de negros y, principalmente de indígenas, la propiedad de la tierra entre ellos es más que una señal material de riqueza: es garantía de salud, de vida, de procreación y de amor.
Ella nos deja entrever que fenómenos sociales como el "mamagallismo" de la costa caribe colombiana son simplemente retazos de herencias de prácticas de resistencia cultural a los intentos de organización y explotación del trabajo en condiciones poco favorables para los individuos.
El estudio de la historia del fenómeno social del racismo en nuestro país nos deja ver que éste "rebota" contra el que excluye o considera inferior al "otro" y nos debe enseñar a querernos más a nosotros mismos (5).
Una práctica médica entre las comunidades indígenas y afrocolombianas, realmente dotada de un piso antropológico, debe luchar porque estas superen todos los sentimientos que les hagan perder sus sentidos de pertenencia e identidad, convencida que éstos son elementos de un gran valor defensivo, a manera de un poderoso blindaje, contra las enfermedades, a la vez que debe esforzarse por desarrollar una medicina social participativa. Una historia y una antropología médica que estudien a las etnias afrocolombianas y de indígenas, al entender el importante papel que tienen los sentimientos de identidad en la supervivencia de los individuos y sus comunidades debe propugnar por que las mujeres, los mejores baluartes de las tradiciones de estos grupos, desempeñen cada vez mejor y más ampliamente su importante papel de sostén de lo mejor de sus legados.
Una antropología médica entiende y propugna para que las comunidades con sentimientos de minusvalía, por su color de tez y su etnia, superen activamente estos sentimientos y vivan orgullosos de lo que son, y se esfuerza por que ellas mismas, en asocio con las instancias estatales pertinentes, superen los niveles de insalubridad, poca escolaridad y pobreza que refuerzan las imágenes negativas que ellas tienen de sí mismos y que los "otros" tienen de ellos. Lucha por hacer vivir como dueños y propietarios de sus vidas y tierras a los que vivieron como siervos y esclavos en el pasado y buscan "blanquearse" en la actualidad; enseña que dejar de comer comida de "indios" y de"negros" expone a esas etnias al riesgo de malnutrición. Ella pretende que las etnias y comunidades de indígenas y afrocolombianos participen activamente en todos los niveles organizativos, locales, regionales y nacionales, que ayuden a definir el derrotero de sus vidas en general y su salud en particular y se liberen de las expectativas de hijas menores, del paternalismo y del burocratismo. Ella debe recoger el empeño que tiene la intelectualidad de las comunidades negras de llamarse afrocolombianas para así superar las imágenes peyorativas que se tiene de negro aun entre ellas mismas, como que un porcentaje importante de personas con esos rasgos fenotípicos no se reconocen como tales. El Ministerio de Salud debe esforzarse por crear un sistema de información que recoga lo mejor posible la situación de las comunidades afrocolombianas como lo ha hecho recientemente un investigador médico de esa comunidad (36). Cualquier política dirigida hoy a las comunidades indígenas debe contar con sus representantes, así como cualquiera dirigida a las llamadas negras debe comenzar a recoger las opiniones de sus intelectuales y dirigentes.
Las comunidades afrocolombianas e indígenas deben estructurar sus posiciones y prácticas políticas dentro de la definición constitucional de que la nación colombiana es multiétnica y que dentro de un proyecto nacional el reconocer la existencia del racismo debe servir para superar constructivamente nuestros viejos problemas nacionales.
Enfrentar sin eufemismos nuestros grandes problemas históricos sociales, sanitarios y médicos es la verdadera garantía para que muchas de las enfermedades que hoy parecen restringidas a focos geográficos humanos o superadas en el tiempo no vuelvan a emerger como grandes problemas o simplemente verse reemplazadas por otras propias de la pobreza, la marginación, el racismo o de la destrucción del ambiente natural. Hoy a pesar de los avances de la tecnología médica el cólera y el beriberi han regresado; la tuberculosis a reaparecido, la leishmaniasis y el paludismo siguen campeando en nuestro país y la mielopatía asociada a retrovirus emerge como un problema entre importantes asentamientos afrocolombianos e indígenas.
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